El polo es un
deporte que siempre se ha asociado con la realeza, el buen gusto y la
exclusividad, esto puede ser quizás, a que desde el momento en que llegó a Occidente
de la mano de representantes del gobierno británico a mediados del siglo XIX,
siempre se ha mantenido una imagen de que quienes lo practican son personas
pertenecientes a la clase alta; dado que, en la antigua Persia, lugar donde se
poseen los primeros registros de su práctica, este era un deporte reservado
para la nobleza, militares de alto rango y, sobre todo para la familia real.
Es así como este deporte luego de enamorar a los británicos y por consiguiente a la familia real, se hizo famoso entre quienes lo jugaban, siendo un motivo de orgullo para quienes pudieran ostentar no solo títulos sino su dedicación por este deporte.
Si hacemos un recorrido por la familia real en el Reino Unido, es fácil saber que todos en aquella familia son amantes del polo.
El príncipe Enrique, el príncipe Guillermo,
el príncipe Carlos y; sin dejar de lado al príncipe Felipe y al Rey Jorge VI,
todos han jugado al polo en algún momento de sus vidas y lo siguen haciendo.
El príncipe Felipe
fue uno de los responsables de que el polo se convirtiera en una tradición familiar,
luego de aprender en Malta donde su tío, Earl Mountbatten de Birmania, quien le
enseñó a jugar allí en medio de la guerra y, como consecuencia, éste decidiera
regresar a Inglaterra con toda la intención de seguirlo practicando; tanto así
que escribió uno de los libros más famosos del polo llamado, “Una introducción al
polo”. Cuando finalizó la guerra y de regreso en Inglaterra fundó el equipo de
Windsor Park y más adelante el Guards Polo Club, uno de los más famosos del
mundo.
La herencia del deporte en la familia real se conservó desde el momento en que el príncipe Felipe le regalara un mazo a su hijo el príncipe Carlos, a la edad de quince años; cuatro años más tarde el Príncipe de Gales ya empezaba a competir convirtiéndose en un ávido jugador con una trayectoria envidiable, hasta que finalmente en el 2015 decidió retirarse.
Cabe resaltar que el polo no solo es para la familia real, por el contrario, en la actualidad es un deporte que cada vez se disfruta en más lugares. Sin embargo, gracias al polo se han podido recaudar fondos para distintas causas sociales, donde se han logrado recolectar varios millones de dólares en favor de quienes lo necesitan, aprovechando que quienes practican este deporte provienen de familias prestantes.
Familia Windsor en un campeonato de polo | Imagen: Getty Images
Ahora, el polo no solamente se limitaba a los partidos y a los hombres, sino que era el espacio perfecto para compartir en familia, es así como poco a poco se fue creando una cultura entorno al deporte, donde no solo cobraba relevancia el uniforme, los caballos y el trofeo; sino también el cómo asistían las damas al evento. Resaltamos la asistencia en diversas ocasiones de la Reina Isabel quien era una visitante frecuente de los eventos, la princesa Diana también era una invitada recurrente en los campeonatos, apoyando siempre a su esposo el príncipe Carlos, por lo cual iba acompañada de sus hijos, quienes más adelante se convertirían en el legado polista de la familia.
Princesa Diana en un campeonato de polo | Imagen: Getty Images
En la actualidad los Duques de Sussex, el príncipe Enrique y Meghan Markle son amigos de Nacho Figueras y su esposa Delfina Blaquier; quienes son una de las parejas más influyentes en materia del polo argentino y, con quienes se han unido para realizar varios eventos de caridad.
Es
claro que el polo ha sido y seguirá siendo una de las tradiciones más acérrimas
de la familia real, lo que a su vez ha marcado la cosmovisión del cómo se vive
y se siente el polo, con la peculiaridad que solo unos cuantos deportes cargan
con la imagen de que solo nobles, príncipes y reyes lo practican más aún cuando
la realidad es que cualquiera lo puede jugar.